La Evolución del Proceso Judicial: Desde Sócrates hasta Antígona

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La Evolución del Proceso Judicial: Desde Sócrates hasta Antígona

Por Ab. Juan Francisco Morales del Pozo

  1. INTRODUCCIÓN

El proceso judicial ha sido un componente fundamental en la búsqueda de la justicia a lo largo de la historia de la humanidad. Y por decirlo en pocas palabras, la evolución de la cosmovisión del derecho, se ve estríctamente relacionada con la evolución cultural, religiosa y moral de cada epoca, dado que no puede concebirse un sistema judicial vivo sin una sociedad a la que pretenda regular o controlar y/o garantizar derechos; en principio siendo el derecho en resumidas cuentas un reflejo de la etica y la moral, como lo fue en su momento en el periodo de la filosofía aristotélica, misma de donde se origina el mito como acto del lenguaje, y así se observa que con el pasar del tiempo se puede analizar la sepración entre el derecho y la moral y viceversa.  Desde los juicios de Sócrates en la antigua Grecia hasta los dilemas morales enfrentados por Antígona en la tragedia de Sófocles, la evolución del proceso judicial refleja tanto los valores culturales como las aspiraciones de la sociedad en cada época. En este breve análisis, abordaremos la importancia de esta evolución y consideraremos cuál podría ser el sistema procesal más adecuado para administrar justicia, a la luz de las posturas representadas por Sócrates y Antígona.

No obstante la evolución mencionada, queremos resaltar que el “mito” como herramienta del lenguaje no puede ser subestimado al igual que el teatro, -pese a que muchos consideran una evolución dejar el mundo teocrático-, dado que su riqueza consiste en las diversas herramientas de la comunicación, usando principalmente el teatro como un género literario que permitió enriquecer aún más el diálogo social, abordando dilemas morales y religiosos que permitieron sostener una cosmovisión o una visión grupal de lo que se espera de las personas y de la sociedad; y para nuestra opinión culturalmente hablando esa visión, es mucho más amplia que la que podemos observar hoy en día en un un mundo netamente materialista o individualista o libertario -como quieran llamarlo-, sin mucha raiz de sentido, siendo quizás la ciencia o el conocimiento científico la nueva religión en formación, lo cual tiene sus contrasentidos que no analizaremos en el presente trabajo, por lo cual nos enfocaremos exclusivamente en los mitos que relatan el juicio encontra de Antigona y Socrates. Lo cierto es que estos mitos o relatos alimentan ciertas inquietudes y reflexiones culturales que se permiten generar en distintos tiempos y epocas, encontrando varios principios que explican porque Grecia y la antigua Roma fueron capital cultural y económica del viejo mundo.

Al respecto de todo lo mencionado quiero resaltar lo reflexionado por el autor Rafael Echeverría catedrático de origen hispanoamericano, quien se considera un intelectual que estudia el lenguaje, afirma que nuestra concepción del mundo actualmente tiene a ser individualista lo que priva de una comunicación más amplia que nos permite sentirnos parte de un todo, como de por si resultó en la antigua Grecia, siendo sus palabras puntuales las siguientes:

En su afán por la búsqueda de sentido, los seres humanos inventan y narran historias. Tan pronto como los niños adquieren competencias mínimas en el lenguaje, comienzan a preguntar «Por qué». Todos sabemos lo difícil que resulta a veces saciar su curiosidad. Desde la infancia, todos vivimos esa urgencia básica de darle un sentido a lo que ocurre alrededor nuestro. Si examinamos esto con mayor detención, nos daremos cuenta de que somos la única especie que inventa historias. Esta compulsión por contar historias no es trivial. No es algo que hacemos «además» de muchas otras cosas. Es una de las cosas más importantes que hacemos. Si nos preguntan quiénes somos, contamos una historia. Nuestra identidad se constituye como una historia que contamos acerca de nosotros mismos. Es una historia que nos posiciona en un mundo. Y cuando nos preguntan acerca del mundo, contamos otra historia. Nuestro mundo es siempre una historia acerca de cómo son las cosas que nos rodean (Echeverría, 2003, p. 146).

En pocas palabras, los mitos resultaron ser una descripción del mundo en el que los griegos y romanos se auto definían y se desarrollaban en el mundo del lenguaje, lo que a todas luces aportaba más que lo que se observa al presente con las distintas visiones que abarca la democracia, no existiendo un acuerdo referente al fenómeno del ser humano debido al fundamentalismo del existencialismo filosófico que aborda nuestra cultura literaria y en general nuestra cultura popular.

Quizás en este sentido podemos hacer un parangón en cómo la cultura jurisprudencial podría ser considerada lo más cercano a crear mitos sociales que permiten una visión compartida, en este sentido el autor Echeverría resalta como la capacidad de crear historias que den sentido al ser humano constituye una característica propia del ser humano en su forma de dar orden a las cosas. En este sentido Echeverría nos dice:

No nos relacionamos con nuestro entorno como si éste fuese una colección de entidades y acontecimientos separados. Cualesquiera sean las entidades y acontecimientos que distingamos, los organizamos, les damos un orden que podrá ser más o menos acabado, a través de historias que los relacionan unos con otros. Puesto que nosotros, como individuos —como identidades personales— somos una historia acerca de quienes somos, y puesto que todos vivimos en un mundo que es también una historia, podríamos decir que los seres humanos son historias dentro de historias, todas ellas producidas por nosotros mismos. Hemos sido creadores de mitos desde nuestras formas más tempranas de existencia social. Esto es constitutivo del ser humano (Echeverría, 2003, p. 146).

  1. DESARROLLO

II.a Evolución del Proceso Judicial

Por todo lo dicho en la introducción resaltamos a la filosofía del lenguaje como una forma de retomar la tarea olvidada con el proyecto metafísico aristotélico pensando en el desafío que existe en el presente para darle un sentido a las masas, siendo quizás en este sentido la saga de las películas de Marvel lo más similar a una cultura mitológica en el presente, pero no es materia que pretendemos abordar, sino únicamente los mitos referente a los juicio de Antígona y Sócrates, y cómo estos mitos permiten definir ciertas interrogantes filosóficas que nos permitiremos a continuación enunciar.

Entonces siendo el mito un acto del lenguaje que nos permite encontrar sentido y razones de ser a ciertas inquietudes humanas planteadas desde la deontología, y principalmente desde la ontología del lenguaje[1], podemos resaltar por ejemplo del caso de Antigona, dilemas como ¿hasta qué punto la prerrogativa del Rey o del Estado (viéndolo desde una época contemporanea), puede interceder sobre los actos humanos?, ¿cuál es el limite de la prerrogativa del Estado o de la autoridad?, ¿cúando la prerrogativa del Estado se vuelve un abuso de autoridad?, y ¿cuándo el estado debe respetar el derecho a la autodeterminación cómo el derecho a creer en algo y el derecho a mantener un luto por un ser querido? ¿Qué es lo que aqueja a Antigona que decide desobedecer una norma, qué consideramos como norma injusta. Es por eso que Antigona termina siendo una tragedia, puesto que con la desgracia es cómo explican el deber ser de algo, tanto es así que hasta para el rey que dicta sentencia termina sufriendo, siendo  en resumen una desgracia su dictamen,ya que su hijo muere fruto del dolor que le causó la muerte de su amada Antigona. La tragedia como genero literario permite resaltar el dolor fruto de la falta de virtud en una decisión que termina por causar consecuencias más allá de las previstas por el rey y la norma como la desobediencia social y el martirio por parte de sus seres queridos. Todo lo que nos permite también abordar sobre la misericordia y sobre el indulto que deben existir frente a ciertas circunstancias que permitieron sentencias injustas es decir dónde se evidencia la violación al debido proceso y el derecho a la defensa.

Es decir que, la tragedia griega “Antígona” de Sófocles presenta un conflicto entre el deber moral y la ley del Estado. Antígona desafía el edicto del rey Creonte al enterrar a su hermano Polinices, quien había sido declarado un traidor y existía prohibición expresa por parte del Rey, como decir una cláusula penal con pena de muerte a quién entierre a dicho traidor. Su acto desencadena una serie de eventos que culminan en tragedia, y nos permite resaltar la importancia de la moral individual frente a las leyes impuestas por el Estado o frente a una resolución o dictamen de un juez que obra de manera injusta.

En cambio, el relato sobre la muerte de Socrates nos permite por ejemplo, interiorizar sobre el respeto que debe haber a la ley, y a las resoluciones de las máximas autoridades aunque nos perjudique personalmente, por lo cuál, resulta siendo ejemplar cómo Socrates acepta su sentencia de muerte; no obstante, no estando de acuerdo, y se somete a su sentencia, porque existe un Estado que le proporciona certeza, lo que podría considerarse una gran reflexión sobre la seguridad jurídica, siendo quizás el último regalo preciado que nos dejó Socrates como respuesta ante su sentencia que no analizaremos sí fue o no justa, pero sí resaltaremos la gran enseñanza que nos deja en sus diálogos poniendo en primer lugar al Estado, y al orden instituido por la sociedad como una virtud del ser humano, lo que hoy podríamos denominar como el respeto al Estado de Derecho.

Los juicios de Sócrates, narrados en obras como “Apología de Sócrates” de Platón, representan un momento crucial en la historia del pensamiento y la justicia. Sócrates desafió las normas establecidas y cuestionó las creencias populares a través de un método de diálogo y autoexamen, y sin entrar a analizar a profundidad si dicha razón perdió la buena fe o no. Su juicio y condena a muerte por impiedad y corrupción de la juventud ilustran la tensión entre la autoridad establecida y el pensamiento crítico. Entonces, por un lado nos permite observar este diálogo, el momento crucial en el que la razón empieza a inmiscuirse en la toma de decisiones que muchas veces eran influenciadas por la teología del momento, lo que ejemplifica un periodo histórico en el que además, empezó a generarse la ruptura cultural de pasar de un mundo mitológico a un mundo racional o también denominado metafísico aristotélico.

II.b Importancia de la Evolución

La evolución del proceso judicial desde los tiempos de Sócrates hasta Antígona refleja la búsqueda constante de un equilibrio entre el respeto por la autoridad y la autonomía moral. Es decir que se observa culturalmente la reflexión entre prerrogativa del Estado y la autonomía del individuo y/o el derecho de autodeterminación de los individuos -como lo diríamos contemporaneamente-, dentro de una sociedad que preserva sus derecho a un orden instituido en el cumplimiento a la norma. Sócrates representó, el desafío intelectual a las normas establecidas, mientras que Antígona encarnó la resistencia ética a leyes injustas. Ambos casos  nos muestran la prioridad de un sistema judicial y político que sea capaz de discernir entre la legalidad y la moralidad, y que sea capaz de administrar justicia de manera equitativa y sensible al contexto. Quizás lo que se trata de rezarltar en ambos casos es la necesidad de un Estado de Derecho que respete la autonomía de la voluntad de las partes y que permitan una coexistencia entre la prerrogativa y la libertad, permitiendo una sociedad equilibrada.

II.c Sistema Procesal Adecuado

En términos de cuál sería el sistema procesal más adecuado para administrar justicia, es importante considerar los principios subyacentes a las posturas de Sócrates y Antígona. Un sistema que integre la racionalidad y el pensamiento crítico, como el método socrático de diálogo y autoexamen, puede promover la justicia mediante el análisis reflexivo de las leyes y su aplicación equitativa.

Sin embargo, también es crucial reconocer la importancia de la moralidad individual y la resistencia ética frente a leyes injustas. Y sobretodo, el respeto a la autonomía de la voluntad de los individuos, el respeto a la religión de cada individuo por parte del Estado, porque al final del día es lo que otorga sentido al ser humano, entiéndase como su narrativa ante la existencia.  Por tanto, consideramos que se requiere un sistema que permita la objeción moral y la flexibilidad interpretativa, como el mostrado por Antígona, puede salvaguardar los principios de justicia incluso en situaciones donde la ley estatal es defectuosa o injusta. En cortas palabras podemos resolver que la quimera del Derecho desde el punto de vista literario es lograr un estado neoconstitucionalista que garantice el respeto a los derechos fundamentales por intermedio de garantías que proporcionen las herramientas adecuadas para materializar dichos derechos fundamentales. Se  requiere un Estado de Derecho que se pueda materializar en la práctica y permita soluciones reales y que dichas normas no queden en profanaciones literarias únicamente ante los incumplimientos sino que se garantice un juicio que establezca nuevamente dicho equilibrio social con una sentecia equilibrada.

  1. Conclusión

La evolución del proceso judicial desde los tiempos de Sócrates hasta Antígona ilustra la complejidad y la importancia de encontrar un equilibrio entre la autoridad legal y la moral individual. Un sistema procesal adecuado debe integrar el pensamiento crítico, la reflexión moral y la sensibilidad al contexto para administrar justicia de manera efectiva y equitativa en una sociedad diversa y en constante cambio. Es decir que la sana crítica por parte de la autoridad resulta fundametal a la hora de aplicar la norma reconociendo en cada caso los derechos fundamentales de los individuos y reconociendo los valores sociales y culturales que se requieren precautelar a la hora de dictar sentencia. Podemos resaltar en este sentido la plasticidad intelectual que se requiere para determinar una sentencia o tomar una decisión desde la prerrogativa del Estado al legislar para poder materializar en la sociedad las virtudes culturales de las que queremos vernos favorecidos a futuro, como podría ser vivir en una sociedad segura y respetuosa de los derechos ajenos.

De nada nos sirve considerarnos racionales si el único motivo o movil para el cumplimiento a la norma es la sanción ante dicho incumplimiento, si ese es el caso, restaría que se vaya la luz para que nos demos por muertos como sociedad, y eso significa que culturalmente hay algo que no esta bien y debe solucionarse considerando que no existe esa narrativa social que le de vida a los derechos determinados en una fria norma, sin duda es una tarea que debe suplir la filosofía del lenguaje; y es tarea que deben asumir los jueces al momento de dictaminar sentencias y modular sentencias de manera constitucional, otorgando sentido a las leyes y dando raices de sentido al ser humano, sobretodo con el sentido de pertenencia que genera una sentencia justa. Y en este sentido, el análisis del teatro y la mitología griega como herramienta de reflexión resulta favorable para encontrar esos fundamentos que otorgan certeza al ser humano para desarrollarse en una sociedad justa de manera óptima.


[1] La ontología del lenguaje representa un esfuerzo por ofrecer una nueva interpretación de lo que significa ser humano, interpretación que reivindica situarse fuera de los parámetros del programa metafísico que ha servido de base durante largo tiempo a la forma como observamos la vida. En tal sentido, se trata no sólo de una propuesta posmoderna, sino también posmetafísica. Y de todas las diferentes influencias de las que esta propuesta se nutre, que son muchas, las más importantes, como resultará evidente de la lectura del texto, son sin duda las de Nietzsche y Maturana. Ellos representan el eje fundamental desde el cual orientamos nuestra mirada. Dos pensadores muy diferentes, provenientes de campos muy distintos —filósofo el primero, biólogo el segundo—, separados en su producción intelectual por un siglo, pero obsesionados ambos por entender mejor el fenómeno de la vida humana. Ambos, por lo demás, con propuestas no siempre fáciles de comprender en sus implicancias, no aptas para oídos metafísicos.